Xx: ¿Muñeca? – preguntó aquella
voz gruesa por el teléfono
Danee: Dime muñeco – le contesté
a mi novio
Xx: preciosa hoy me dieron
permiso en la fabrica para regresar temprano así que espérame en casa con el
mejor vestido que tengas en el closet – eso quería decir que Tom tenía algo
preparado para nosotros - ¿Qué tramas eh Tom? – pregunté inocentemente
Tom: Yo nada preciosa…
espérame en casa… te amo Danee
Danee: Yo también muñe… te amo
demasiado – dije finalmente y luego fue el quién corto la llamada
Este tipo de cosas que Tom
hacía por mí, hacía que olvidara por completo cada vez que él se metía con
otras chicas. Aquellos momentos tan
amargos pero que el sabor de sus labios y el contacto con su piel me hacían
olvidar.
El mundo entero podía estar en
contra de nuestro amor pero eso era porque no nos entendían. No entendían la
manera tan extraña de amarnos. Nuestros encuentros eran inolvidables, éramos
como dos amantes apasionados que se amaban intensamente y rosaban sus cuerpos
no por simple placer sino que cada encuentro de nosotros lo vivíamos como si
fueran lo últimos en nuestra vida.
Tom era lo más valioso en mi
vida. Sin él ya nada tendría sentido para mí. Antes de conocerlo me sentía
perdida, desolada del mundo hasta el momento en el que por primera vez nuestras
miradas se encontraron. Fue un momento perver y esa misma noche fue en la que
por primera vez me hizo suya. Fue la primera vez en mi vida en la que realmente
me sentí una mujer. El me pareció tan perfecto, no solo en la intimidad sino
también como persona. Yo sabía que detrás de ese chico agresivo, inseguro y
mujeriego se escondían el verdadero TOM KAULITZ TRÜMPER. Aquel que solo temía
que lo lastimaran y dulce. No sabía mucho sobre su familia y es que el jamás
quiso hablarme sobre sus padres, al parecer guardaba cierto resentimiento contra
ellos.
Repentinamente tocaron la
puerta por lo que fui a abrir muy contenta pensando que era Tom pero entonces
vi a Leo frente a la puerta de entrada.
Danee: ¿Qué pasa Leo? –
pregunté no tan sonriente
Leo: ¡Wao te ves muy hermosa! –
Me alagó y yo solo atiné a sonreírle – quería saber si podrías prestarme tu
plancha, es que la mía se descompuso
Miré hacia el reloj y hacia
ambos lados de la calle para asegurarme que Tom no anduviera por aquí, entonces
lo invité a pasar.
Leo: ¿y por qué tan arreglada?
– Preguntó y me miró de pies a cabeza - ¿saldrás con tu novio?
Danee: así es… tiene algo
especial para mí – dije muy orgullosa de él
Caminé hacia él pero entonces
me tropecé pero antes de caer al suelo, Leo me sostuvo y luego me ayudó a
levantarme por lo que me sonrojé. Me apresuré a darle la plancha para que se
fuera antes de que Tom se apareciera por casa. Se despidió con un beso en la
mejilla y yo volví a entrar a casa.
Tom: ¿Qué demonios tenía que
hacer ese idiota aquí? – de pronto entró Tom y tiró la puerta con fuerza. Otra
vez tenía esa mirada desafiante en su rostro - ¿Acaso no te dije que si lo
volvía a ver cerca de ti lo iba a matar?
Danee: Tom cálmate el solo
vino para que le prestara algo, te juro que no estuvimos haciendo nada –
realmente estaba asustada
Tom: ESTOY HARTO DANEE – tiró todas
las cosas de la mesa al suelo y caminó hacia mí
Danee: Muñe cálmate por favor –
le pedí – te juro que no estábamos haciendo anda, maldición Tom
Tom: No te creo – logró alcanzarme
y me tomó del cuello con fuerza
Golpeó mi cabeza contra la
pared pero aún seguía sosteniéndome del cuello. Yo trataba de que me soltara
pero sentía que poco a poco perdía el aire por lo que empecé a desesperarme.
Intenté gritar pero no podía hacer nada. El vio que mi rostro se puso muy rojo
y entonces me soltó. Caí al suelo de rodillas y empecé a recuperar el aire.
Tom: ¿Por qué Danee? ¿Por qué me
obligas a hacerte daño? ¿Crees que me gusta lastimarte?
Danee: ¡estás enfermo! – Le grité
enojada al mismo tiempo que me cogí del cuello – eres un maldito lunático… casi
me matas idiota
Tom: ¡No estoy loco!
Danee: Claro que lo estás… no
puedo creer cómo sigues creyendo que te engaño cuando sabes que te amo. Si no
fuera así créeme que ya te hubiera dejado. Tom estás mal de la cabeza – en el
momento en el que dije aquello el volvió a mirarme y me tiró una abofeteada que
dejo sangrando mi labio – eres tu quién miente al decirme que me amas
Tom: Cállate desgraciada –
cada vez empeoraba. Tom me tomó de las piernas y me arrastró hasta el
Danee: ¡Auxilio! – Empecé a
gritar desesperadamente y él me tomó del cabello - ¡Tom déjame por favor! – el rogué
– no me golpees
Tom: No lo haría si no
estuvieras de coqueta con todos esos chicos estúpida – me volteó y antes de
irse me tiró un puñete en el ojo – la sorpresa se acabo
Después de que salió de casa,
no quise levantarme del suelo y me quedé allí llorando toda la noche.